El lado positivo de la vida
- paorpacas
- 14 oct 2020
- 4 Min. de lectura
Depresión: qué palabra más común. Según la OMS, la depresión es un trastorno mental que afecta aproximadamente a más de 300 millones de personas en el mundo, y me atrevería a decir que casi el doble de personas hablan sobre el tema. No es raro escuchar que alguien “esté depre”, “lo vea todo negro”, “no salga de lo mismo” y, en general, se sienta muy mal. Cada vez más escuchamos de personas que están luchando esta batalla, y que están teniendo dificultades para mantener la luz encendida en su vida.
En resumen, la depresión se puede definir como un trastorno del estado del ánimo en el cual los síntomas anímicos, motivacionales, cognitivos y físicos causan un malestar clínicamente significativo. La persona que es diagnosticada con depresión se siente triste o irritable, se vuelve apática y desmotivada, tiene sus cogniciones alteradas, experimenta molestias corporales, y tiene dificultades para disfrutar de la vida. No me extiendo mucho más en los síntomas porque, como cada persona es única, la depresión se puede ver de distintas formas y no afecta a todos por igual.
La depresión ocurre muchas veces cuando hay un sesgo cognitivo negativo: cuando comenzamos a tener pensamientos tristes, desmotivantes y desesperanzados, que terminan derivando en un estado de ánimo negativo, y en un descenso de la actividad conductual.
Uno de los problemas más graves de la depresión es que, poco a poco, se va prestando menos atención a las situaciones positivas en nuestro día a día, y la atención se va direccionando únicamente en lo negativo y en lo difícil. Esta visión sesgada y poco objetiva de la realidad nos va metiendo cada vez más en un espiral que aparentemente no tiene salida, y terminamos creyendo que valemos muy poco, que siempre nos van a pasar cosas terribles y que somos incapaces de hacer frente a las situaciones que nos lanza la vida. David Burns lo describe como “una de las peores formas de sufrimiento. Los sentimientos de desesperanza producen la ilusión de que el sufrimiento durará por siempre. Es el engaño más antiguo y más cruel del mundo, porque uno se engaña a sí mismo haciéndose creer cosas que, sencillamente, son falsas.”
El tema de la depresión es serio, y lo que escuchamos sobre ella a veces nos parece surrealista: ¿cómo alguien puede caer en ese abismo? ¿por qué le cuesta tanto darse cuenta de todo lo bueno, de todas las posibilidades y soluciones? Aunque parezca mentira, caer en una mentalidad depresiva no es tan difícil como parece, y reconocer esta vulnerabilidad es clave para poder prevenir este tipo de trastorno con pequeñas acciones todos los días.
Muchas de las intervenciones dirigidas a la depresión (incluyendo la que yo estudié, la cognitivo-conductual) buscan solucionar problemas, reducir síntomas y mejorar el malestar. Sin embargo, en la práctica he visto que muchas veces esto no es suficiente: las personas necesitamos mucho más que resolver nuestros problemas para poder ser felices. Las personas debemos aprender que el dolor es parte de la vida, y que la verdadera felicidad no es la ausencia de ese dolor. Las personas necesitamos descubrir que la verdadera felicidad surge cuando somos capaces de ver ese dolor con un “sentido sobrenatural”, cuando lo vemos como una oportunidad de crecimiento y cambio en nosotros mismos.
Dicho así, suena muy bonito… lo difícil es la práctica. Por alguna razón, lo más fácil para el ser humano es concentrarse en lo malo, recordar lo que le falta, quejarse por lo que tiene el otro, y pensar que nada va cambiar. Pero, ¿qué pasaría si lo vemos todo al revés? ¿Qué pasaría si, en vez de ver lo malo, vemos lo bueno? ¿Recordamos lo que tenemos? ¿Nos alegramos por lo que tiene el otro?... ¿Qué pasaría si mantenemos la esperanza de que todo puede cambiar?
Para una persona con depresión, esto se vuelve difícil. Requiere mucho tiempo, esfuerzo y altibajos en el proceso. Pero para nosotros, que a veces caemos en esta trampa y aún estamos a tiempo de darnos cuenta, ¡es muchísimo más fácil! Eso sí: requiere un GRAN cambio de actitud.
Desde la Psicología Positiva, se han visto muchas formas en las que podemos desarrollar, mantener y potenciar los pensamientos, emociones y conductas positivas en nuestro día a día. En primer lugar, debemos entender que si nos queremos sentir más positivos, debemos buscar tener experiencias positivas. ¡Hacé cosas que te gusten! Lee un libro, ve una película, hacé un rato de deporte, llamale a una amiga, pintá… Sea cual sea la actividad, procurá no quedarte de brazos cruzados: que todo lo que hagás te saque una sonrisa. En segundo lugar, podemos intentar buscarle un sentido a nuestro dolor. Haz el hábito de preguntarte todos los días: ¿de qué me sirve este reto? ¿qué propósito tiene en mi vida? No siempre vamos a descubrir las respuestas inmediatamente, pero puede que nos ayude a pensar diferente sobre las dificultades que vivimos a lo largo de la vida. Finalmente, luchemos por construir una red de apoyo sólida. Aunque muchos piensen que el ser humano es autosuficiente, que somos un barcos que no necesitan anclarse en tierra firme, la ciencia y la vida misma nos dicen todo lo contrario. Necesitamos de los demás para luchar, para crecer, para aprender… necesitamos de los demás para ser felices.
No hay una receta exacta para la felicidad, y tampoco hay una vida 100% libre de dificultades. Sin embargo, se trata de ir descubriendo en el camino el propósito que tiene cada experiencia, cada dolor y cada alegría en nuestra vida. Se trata de tener una actitud de lucha y de aprendizaje ante cada circunstancia. Se trata de no dejarse vencer por los trucos que la mente nos puede jugar, y darnos cuenta del momento en el que necesitamos pedir ayuda a otros para salir adelante. Se trata de buscar lo positivo en cada paso o tropiezo que damos en el camino.

Comentarios