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¿Un vuelo “normal”?

  • paorpacas
  • 10 sept 2020
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 23 sept 2020

Si le preguntamos a diferentes personas cómo definirían la salud mental, a lo mejor tendríamos una diversidad de respuestas: “tener bienestar emocional”, “ser feliz”, “ser capaz de adaptarse a las situaciones”, “sentir gusto por la vida”... la lista podría seguir. En concreto, quisiera comenzar discutiendo una definición que ha sido ampliamente difundida a lo largo de los años y que, a la vez, ha sido muy controversial: “la salud mental hace referencia a la normalidad psíquica - es la característica psicológica que tienen los individuos considerados normales por la media de la población general”. Una definición corta, técnica y, en mi opinión, ¡bastante equivocada!


Desde aquí nos enfrentamos a esa gran pregunta que pocas veces hemos logrado responder: ¿qué es “ser normal”? ¿cómo sé que algo es normal? Estas son dos preguntas cortas, pero claves para entender la presión que muchas personas sienten cuando comienzan a notar que no están del todo bien, que hay algo en su estado de ánimo, en sus pensamientos, o en sus conductas que parece estar fuera de lugar. Hay algo en ellos que los hace “ser raros”. También, estas preguntas suelen llevar a que muchas otras personas se obsesionen con determinar cuáles son los requisitos para “ser normal” y, posteriormente, con cumplirlos a toda costa. La idea de tener unos límites de normalidad es un gran peso para muchas personas, especialmente para aquellas que, por vueltas de la vida, se han enfrentado a situaciones que las han llevado a estar fuera de dichos parámetros.


La definición anterior busca equiparar la salud mental con “normalidad”, un objetivo que difícilmente puede ser conseguido. ¿Por qué? En primer lugar, porque la normalidad se basa en una estadística que, en realidad, depende de cada ambiente. Por ejemplo, en la Universidad de Harvard, será normal ver un nivel de ansiedad extremadamente alto durante la época de exámenes, ya que es conocida por su nivel de exigencia y dificultad. Por el contrario, no será normal ver ese nivel de ansiedad en la época de exámenes de estudiantes de bachillerato… Tal y como dice una de mis canciones favoritas de Jarabe de Palo: “De según cómo se mire, todo depende”.


Y entonces, ¿con qué tiene que ver este debate de la salud mental y tu vuelo? Con absolutamente TODO. La semana pasada hablamos de que cada vuelo es único e irrepetible, pero que todos buscan llevar a la persona a cumplir esa misión especial que le fue asignada en el Cielo. Pasa que, si de algo podemos estar seguros, es que en la ruta de vuelo encontraremos dificultades, situaciones o experiencias para las que no estamos preparados y que nos pueden desviar o atrapar a medio camino. ¿Por qué? Porque así como tenemos fortalezas, tenemos también debilidades, y estas a veces aparecen de la nada y nos obligan a trabajarlas. Por eso, lo normal es que las dificultades relacionadas a la salud mental le pasen a cualquiera en cualquier momento.


Las personas que viven con el paradigma de la normalidad en mente suelen tener una gran dificultad para pedir ayuda cuando la necesitan. Dentro de sus estándares, el pedir ayuda implicaría estar lo suficientemente grave como para etiquetarlas de anormales. Son estas personas las que “llevan la enfermedad por dentro”, las que, según Fernando Sarráis (2016), no exteriorizan su enfermedad y aparentan ser normales, mientras que por dentro sufren de modo anormal. Por eso, cuando hablamos de salud mental, no podemos utilizar “la normalidad” de una persona para definir la anormalidad de otra. No todos vamos a tener las mismas dificultades, y no a todos nos van a hacer falta las mismas herramientas para afrontarlas.


Por eso, yo propongo que le demos “vuelta al calcetín”, así como decía San Josemaría. No asociemos la normalidad a los síntomas o a la salud mental. Asociemos la normalidad a los retos, a los recursos personales, a las vivencias… asociemos la normalidad a la ruta de vuelo.


¿Qué es lo normal? Lo normal es que, de vez en cuando, nos encontremos con dificultades en el camino. Lo normal es que, muchas veces, nos vamos a frustrar o a abrumar con las dificultades. Lo normal es que quizás no veamos una solución clara, y comencemos a ver todo negro. Lo normal es fallar, tropezar, caer… pero no es normal quedarnos en el suelo. No es normal dejarnos vencer por las situaciones, o dejar que las cosas que ocurren acaben determinando nuestra vida. Las cosas nos van a seguir pasando, son incontrolables, pero los que vamos volando somos nosotros. Los que tenemos el control de decidir hacia dónde vamos y por dónde volamos, somos nosotros. Lo normal es que las dificultades sean parte de tu ruta de vuelo, por que son estas las que te hacen desarrollar la fortaleza que necesitás para llegar a tu destino.


Si abordamos el tema desde esta mirada, entendemos que la normalidad es la capacidad de funcionar independientemente y competentemente, la tendencia a adaptarse a distintas circunstancias de forma efectiva, la sensación subjetiva de satisfacción, y la eficacia y habilidad para alcanzar las propias potencialidades. Una persona que tiene una salud mental normal es alguien que conoce sus puntos débiles y sus fortalezas, y logra sacar provecho de ambas para vivir y desempeñarse en su entorno. Esto no significa que "lo normal" es estar bien todo el tiempo, o tener una vida sin sufrimiento, o un recorrido sin dificultades. Esta mirada implica entender que la salud mental de cada uno se puede ver afectada a lo largo del vuelo, y que cualquier cosa que pensemos o sintamos a raíz de las dificultades se vuelve válido, se vuelve real. Pero, esta mirada también implica ser consciente de que no se vale sentirse mal para siempre, y que debemos usar las fortalezas que nos dieron “de fábrica”, y las lecciones aprendidas en la ruta, para seguir volando rumbo al sol.


 
 
 

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